Escritos 31 diciembre, 2008

Descubriendo el Fuego

Después de quemar sus enseres y sus sueños en la nada, el cielo oscureció y los bosques comenzaron a susurrar. Dentro de él existía una alegría inhumana, un deseo por volar y crecer como antes no había sentido, miró a su alrededor y sintió que había vuelto a nacer, que su alma era libre de nuevo.

– Hermano, ahora vuelvo a sentir la magia de estar vivo, la serenidad en el pensamiento que hacía años añoraba. Con este fuego y estas cenizas, juro ante los espíritus de la noche que no volveré a temer, porque no volveré a dejar que mi mente no este serena.
Que los espíritus de la noche sepan y recuerden este día junto a los seres de la luz, que el caballero de las Tierras grises no volverá a temer de los espectros del mal, porque ya mi mente será serena, y no podrán invadir mis sueños-.

El viento sopló con fuerza y la llama creció hasta lo más alto, el destino se había forjado, jamás volvería a cometer los errores del pasado, lejos atrás las luchas, las esperanzas de causas perdidas, de dioses dormidos que nunca responden, donde solo el Sol marca el tiempo, ahora, el hombre crearía su propia luz poniendo fin a las tinieblas del mundo. Destinado está a rasgar la tierra con la magia de sus herramientas y a crear lo que ninguna estrella ha creado antes, más que dioses inertes, más que la propia materia.

El hechicero extendió su vara sobre la hoguera, y colgando de la punta un viejo amuleto exclamó.

– Congelado en las Sierras de Ísingor este talismán de hueso de dragón ha estado, conocedor del fuego, y hoy, última noche del trienio, se encenderá en esta llama y se fusionará con el aire que respiras para tomar forma y acompañarte por siempre. Conocimiento lo llamarán, y su senda será el único camino a la libertad.
Colgará en tu pecho esta criatura invisible y te protegerá cuando mane el miedo y te sientas solo, porque a la oscuridad a la que has de enfrentarte no será la de este mundo, sino a la del cielo que guarda ser iluminada por vez primera, en este sueño eterno-.

Lejos las barreras quedan en el pensamiento, solo la fragilidad de la carne impiden nuestro viaje.
Aún.

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