Escritos 20 julio, 2012

Un mundo encantado

El agua toca su piel en un baile de pasión,
se arrastra por la arena y la acaricia,
dejando en su partida respirar la fina arena de la playa.

Ella se acaricia sus húmedas piernas por el agua,
emulando la dulce caricia del mar.

Y antes de poder terminar el agua vuelve a tocarla,
como en un juego premeditado,
viene y va por hacerla feliz.

Bajo un cielo azul, limpio y fresco,
siente el calor de la estrella mas cercana.

El sol, su luz y admiración,
algo ajeno a su naturaleza,
tan distante y cercano que puede sentirlo en su rostro.

Un cielo azul, blanco en el horizonte,
blanco en la línea que une el mar y el cielo.

Esa delgada linea que separa lo dinamico de lo estatico,
de un mar vivo que la acaricia, a un cielo vacio,
sin nubes, sin aviones, sin aves que lo perturben.

Sola en la playa, sola ante el mundo,
decide adentrarse en la mar que la serena.

El agua no pesa, solo se mueve siguiendo un compás,
el compás que dicta la luna,
y que vigila atentamente.

Desde el cielo, para un mundo encantado.

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